17 de febrero de 2011

GOBIERNO O CONGRESO DEBEN DEROGAR

Frente a los Decretos de Urgencia Nº 001-2011 y 002-2011 que reducen requisitos y procedimientos del Sistema Nacional de Inversión Pública, SNIP, del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental, SEIA, así como otras obligaciones aplicables a más de 33 proyectos, consideramos necesario señalar lo siguiente:

1. Valoramos la importancia de la inversión privada pero las medidas promotoras de esta inversión no deben afectar el orden constitucional, los derechos fundamentales ni la sostenibilidad ambiental tal como, lamentablemente, ha ocurrido con los Decretos de Urgencia, DU, N° 001-2011 y N° 002-2011.

2. Estas normas del Poder Ejecutivo son inconstitucionales porque los DU: a) no están habilitados para regular en materia ambiental, b) no han acreditado la situación excepcional ni extraordinaria, c) no han justificado la necesidad de actuar en forma urgente, pues el procedimiento de ejecución ordinario de ejecución de los proyectos señalados en los referidos DU no genera algún daño o perjuicio a la economía del país, d) no han acreditado la existencia de un interés nacional para cada uno de los proyectos señalados, e) no aseguran la vigencia del derecho constitucional a la consulta previa de los pueblos indígenas contenido en el Convenio 169 de la OIT y desarrollado por la sentencia del Tribunal Constitucional 00022-2009-PI/TC.

Es decir los DU han incumplido los requisitos exigidos por la Constitución Política (art. N° 118.19), el Reglamento del Congreso (art. N° 91) y la jurisprudencia vinculante del Tribunal Constitucional (exp. Nº 0008-2003-AI/TC, f.j. 59 y 60; Nº 0007-2009-PI/TC, f.j 9 y 10; y Nº 0025-2008-PI/TC, f.j 6)..

3. Al establecer los DU que las certificaciones ambientales ya “no serán requisito para la obtención de las autorizaciones administrativas de carácter sectorial, otorgadas por dichas entidades, para el ejercicio de las actividades económicas materia del proyecto adjudicado”, se desnaturalizan carácterísticas básicas de la evaluación de impacto ambiental, EIA, de los proyectos de inversión, tales como: a) que la EIA debe ser entendida como un proceso de advertencia temprana a través del que se debe identificar, reducir y controlar los impactos negativos derivados de la aplicación de los proyectos y actividades; b) para que la EIA surta efecto, es necesario que sus hallazgos, análisis y recomendaciones ambientales y sociales se incorporen oportuna y preventivamente en el planeamiento y gestión de los proyectos de inversión.

La certificación ambiental es una resolución administrativa con la que la autoridad aprueba el estudio de impacto ambiental incluyendo las obligaciones de prevención, reducción, corrección y manejo de los efectos ambientales que se generen con la obra o actividad autorizada. Por ello, los DU desnaturalizan la gestión de las EIAs al eliminar el requisito de la certificación ambiental para una gama de autorizaciones administrativas relacionadas con los varios tipos de proyectos de inversión considerados en los DU.

Es decir, tal como lo ha destacado la Defensoría del Pueblo con los cambios introducidos por los DU, “la certificación ambiental ya no será un requisito previo para obtener una licencia de uso de agua –vinculada con alguno de los más de 33 proyectos–, conforme lo establece la Ley Nº 29338, Ley de Recursos Hídricos, art. 54º, inc. 5. Ni tampoco será necesario contar antes con la certificación ambiental para otorgar una concesión definitiva para la generación de energía hidroeléctrica, tal como lo señala el Decreto Ley Nº 25844, Ley de Concesiones Eléctricas”.

Las EIAs no deben ser entendidas como un mero trámite, y deben ser parte de una regulación ambiental más autónoma, creíble y, además, deben ser aplicadas con una responsable participación ciudadana así como una efectiva coordinación entre los sectores involucrados.

4. En los últimos días, diversos medios de comunicación nacional y regional, líderes polítcos, organizaciones académicas, diversas organizaciones de la sociedad civil la Iglesia Católica (Obispos de la Amazonía), algunos parlamentarios y, muy especialmente, la Defensoría del Pueblo, han cuestionado estos DU y han solicitado al Gobierno que se rectifique.

5. Los firmantes coincidimos por los fundamentos expuestos, solicitar al Gobierno y al Congreso de la República que escuchen estos serios cuestionamientos y que de manera inmediata deroguen estos Decretos de Urgencia Nº 001-2011 y 002-2011, por resultar manifiestamente inconstitucionales.

Lima, 9 de Febrero del 2011

Instituto de Defensa Legal (IDL)

Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA)

La sequía en el Amazonas de 2010 provocó enormes emisiones de CO2

Una sequía generalizada en la selva amazónica el año pasado fue peor que un período seco de 2005 y podría tener un mayor impacto sobre el calentamiento global que lo que contamina Estados Unidos en un año, concluyen científicos británicos y brasileños.

Sequías severas más frecuentes como las del 2005 y del 2010 arriesgan a convertir a la mayor selva del mundo de una esponja que absorbe emisiones de carbono a una fuente de gases, acelerando el calentamiento global, según un informe científico.

Árboles y otro tipo de vegetación en las selvas del mundo absorben al dióxido de carbono, que atrapa al calor, mientras crecen, con lo que ayudan a enfriar el planeta. Sin embargo, cuando mueren y se pudren, liberan ese gas.

"Si suceden eventos como éste más a menudo, la selva amazónica llegará a un punto en que pasará de ser un valioso lavadero de carbono que desacelera el cambio climático a una gran fuente de gases de efecto invernadero que podría acelerarlo", dijo el autor principal del estudio, Simon Lewis, un ecologista de la Universidad de Leeds.

El documento, publicado en la revista Science, reveló que la sequía del año pasado causó escasez de lluvias sobre una extensión de 3 millones de kilómetros cuadrados de la selva, frente a 1,9 millones de kilómetros cuadrados afectados por la sequía del 2005.

También fue más intenso, por lo que causó una mayor mortalidad de árboles y tuvo tres grandes epicentros, mientras que la sequía del 2005 se concentró principalmente en la región amazónica del sudoeste.

Como resultado, el estudio predijo que la selva amazónica no podrá absorber sus 1.500 millones de toneladas usuales de dióxido de carbono de la atmósfera en el 2010 y el 2011.

Además, los árboles muertos o en descomposición liberarían 5.000 millones de toneladas del gas en los próximos años, con un impacto total de alrededor de 8.000 millones de toneladas, según el estudio.

Comparativamente, Estados Unidos emitió 5.400 millones de toneladas de dióxido de carbono por uso de combustibles fósiles en el 2009.

Las emisiones combinadas causadas por las dos sequías probablemente fueron suficiente para cancelar el carbono absorbido por la selva en los últimos 10 años, sostiene el estudio.

EXTREMOS CLIMATICOS

La sequía generalizada del año pasado secó grandes ríos en la selva amazónica y aisló a miles de personas que dependen del transporte en barcazas, además de impactar a científicos del clima que habían tildado la sequía del 2005 como un evento que se da una vez al siglo.

Los dos períodos de intensa sequía concuerdan con las predicciones de algunos modelos que pronostican que la selva se enfrentará a mayores extremos climáticos este siglo, con sequías más intensas y la harán más vulnerable a incendios, que a su vez podrían dañar su capacidad de recuperarse.

Bajo los escenarios más extremos, grandes partes de la selva se convertirían en un ecosistema como el de las sabanas a mediados de siglo, con niveles mucho menores de biodiversidad animal y vegetal.

Aunque la deforestación causada por humanos ha caído agudamente en Brasil en años recientes, los científicos sostienen que la selva aún es vulnerable.

Un tema crucial es si las sequías están siendo producidas por mayores niveles de gases de efecto invernadero o si son una anomalía, afirmó Lewis.

Si son producto del calentamiento global, un círculo vicioso de temperaturas más cálidas y sequías podría llevar a una transformación a gran escala de la selva en un período de décadas.

"Podrías moverte bastante rápidamente a un Amazonas mucho más seco, con menos selva", dijo Lewis a Reuters.

La investigación fue una colaboración entre científicos de la Universidad de Leeds y de la Universidad de Sheffield, en Gran Bretaña, con el Instituto de Investigación Medioambiental de Brasil.

2011 y el futuro de los bosques del planeta

Los bosques cubren actualmente 4.000 millones de hectáreas, lo que equivale a 31% de la Tierra. Su extensión se ha venido reduciendo en proporción al avance de la colonización humana, si bien la deforestación se desacopla del crecimiento demográfico cuando los países entran la senda de la industrialización y desarrollo. Europa frenó y revirtió la deforestación a lo largo del siglo XIX, Norteamérica algo más tarde, y recientemente se ha repetido el mismo fenómeno en Asia -con algunas excepciones- y Cercano Oriente. Globalmente se pierden en términos netos 5,2 millones de hectáreas anuales, fundamentalmente en Latinoamérica y África, aunque durante la década que acaba de finalizar se constata una reducción en las pérdidas de 37%, respecto de la década anterior.

Las causas inmediatas de la deforestación están relacionadas generalmente con la conversión de la tierra para usos agrícolas, pero la razón subyacente casi siempre se vincula a factores como la pobreza, el crecimiento demográfico incontrolado, la débil gobernanza, conflictos políticos o problemas de tenencia y ordenación del uso de la tierra.

Las políticas más exitosas han demostrado ser aquellas que combinan una actuación concertada sobre las causas subyacentes, a la vez que aprovechan todas las oportunidades para acelerar la intensificación sostenible de la producción agrícola.

Hay dos opciones extremas poco adecuadas que se aplican al recurso forestal a nivel mundial. La primera consiste en aplicar meros criterios contables que condenan al 90% de los bosques del planeta al abandono. En las condiciones de mercado actuales, y respetando criterios de sostenibilidad, únicamente los cultivos forestales intensivos (menos del 3% mundial) o los bosques capitalizados y accesibles como los escandinavos son económicamente viables.

¿Cuál es la solución? No hay más remedio que avanzar en la sinergia de una producción de calidad orientada a los mercados, que corra en paralelo al reconocimiento objetivo de los servicios ambientales que prestan los bosques.

La otra opción consiste en soñar que la protección estática sea la panacea que solucionará todos los problemas. Esta opción tampoco es realista dado que condena a las poblaciones que habitan las zonas forestales a la indigencia o emigración, excluye los flujos económicos necesarios para restaurar y gestionar sostenible y multifuncionalmente los espacios forestales, y pone trabas al aprovechamiento de un recurso natural renovable clave para el tránsito hacia la economía verde.

Las dos opciones extremas antes comentadas (criterio meramente económico o preservación estática) tienen el mismo efecto en el sentido que no son capaces de reconocer y retribuir los servicios vitales que los bosques prestan, y que incluyen la adaptación al cambio climático, la calidad del agua, la conservación de la biodiversidad, además de ser una fuente de trabajo y para millones de personas.

¿Cuál es la solución? No hay más remedio que avanzar en la sinergia de una producción de calidad orientada a los mercados, que corra en paralelo al reconocimiento objetivo de los servicios ambientales que prestan los bosques, sin distorsionar los mercados internacionales y con ello las opciones de desarrollo de los países y de las poblaciones que habitan y utilizan los bosques para sostener sus medios de vida.

Los bosques generan efectos ambientales positivos sobre el conjunto de la sociedad -sobre todo en términos de fijación de carbono atmosférico, protección del suelo y el agua y preservación de la biodiversidad. Esos beneficios deben ser reconocidos, valorados y recompensados.

Con el Año Internacional de los Bosques que celebramos en 2011, Naciones Unidas pretende elevar el interés de la sociedad respecto de los bosques y la correspondiente atención política. Es necesario que las decisiones a todos los niveles se tomen con la amplitud de miras, perspectiva temporal y consenso social que un recurso de tal relevancia territorial y ambiental requiere para poder ofrecer de forma permanente unos servicios clave a la sociedad. Ahora es el momento.